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Mackmyra

El nacimiento del whisky sueco: una visión colectiva

En 1998, un grupo de ocho amigos que se encontraban en una remota cabaña de montaña tuvieron una idea que cambiaría para siempre el panorama del whisky sueco. Unidos por sus estudios de ingeniería y la tradición anual de reunirse en Sälen, estos amigos forjaron una conexión única. Este año, por casualidad, cada uno trajo consigo una botella de whisky. En medio de su camaradería, surgió una pregunta: ¿Por qué no había un whisky de malta sueco? Y si era concebible, ¿por qué nadie se había aventurado en este territorio?

La pregunta perduró y acabó cuajando en una ambición pionera: elaborar el primer whisky de malta sueco. El año siguiente, 1999, se fundó Mackmyra Svensk Whisky.

Una sinfonía sueca en cada sorbo

Desde el principio, Mackmyra persiguió firmemente la creación de un whisky intrínsecamente sueco. El viaje comenzó con cebada de origen local, agua de manantial y roble sueco autóctono. Un descubrimiento fortuito llevó al desarrollo de un barril de 30 litros, un recipiente más pequeño que permite una maduración más intensa. Incluso la receta ahumada lleva una firma sueca distintiva, ya que la cebada malteada se ahúma a mano con turba y ramas de enebro cosechadas localmente.

En el proceso de envejecimiento se produjo un giro iconoclasta. El whisky encontró su morada en la antigua mina de Bodås, enclavada a 50 metros bajo tierra, a poca distancia de la destilería.

Armonizar tradición e innovación: La destilería Gravity

La revolucionaria Destilería Gravity, encarnación del compromiso de Mackmyra con la modernidad y la responsabilidad medioambiental, se materializó en 2011. Con 35 metros de altura, el propio diseño del edificio refleja la esencia de Mackmyra: lúdico, sensual y centrado en la calidad.

Esta maravilla arquitectónica utiliza la gravedad en todas las fases de la producción del whisky, desde la materia prima hasta el producto final. Funciona en armonía con la naturaleza, utilizando calderas de biopellet y prácticas de reciclaje eficientes. Incluso los residuos, como la paja de cebada, encuentran una utilidad en las tradiciones locales.

Una sinfonía de elementos:

La búsqueda de la excelencia en el whisky de Mackmyra se basa en tres elementos fundamentales: cebada, agua y levadura. La cebada, procedente de granjas suecas, se transporta con cuidado para minimizar el impacto ambiental. El agua prístina del río de guijarros de la finca, tratada con luz ultravioleta, añade su toque. Se aprovecha la gravedad para guiar el viaje desde el grano hasta la bebida espirituosa, y cada etapa se beneficia de las fuerzas naturales.

Legado sostenible:

El compromiso de Mackmyra va más allá de las paredes de la destilería. La marca adopta la trazabilidad, garantizando que cada botella pueda vincularse a su lote. La cebada malteada se elabora meticulosamente y se ahúma con turba local y ramas de enebro. Las aguas residuales se devuelven a la caldera de biopellet, el reciclaje en su esencia. El legado innovador de Mackmyra prospera en cada sorbo, testimonio del poder de la visión colectiva y la innovación sostenible.

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